Piel Cambiada
viernes, mayo 13, 2011
el arqueologo...
se levantó en silencio
en medio de la noche
a mirar la luna
a escuchar el viento
se levantó con media alma
muerta, asfixiada, compungida
triste, y se vistió
se puso el uniforme de trabajo
la lupa en una mano
la escobeta en la otra
y empezo a investigar
en medio de la cama
las ruinas del amor
que un día erigió
el más bello monumento
en la tierra
y escarbó entre las arrugas
de las sábanas inertes
para ver si habían rastros
de su olor, de su sudor
acerco su oído a la almohada
para ver si a lo lejos
en el profundo silencio de la noche
podría escuchar su voz
quería encontrar las señales
petrificadas, de lo que tuvieron
en esos días, rastros, huellas
gemidos, quejidos, muecas
y se dio a la tarea de descifrar
los jeroglíficos, plasmados en la piel
las manchas de la boca que dejó
su presión succionadora
del cuello amoratado de tanto amar
de la espalda rasguñada por el placer
de los mordiscos que se grabaron
en la ruina de su pecho
andó por las veredas del pasado
y encontró una sonrisa perdida
cuando se acordó de la pirueta
aquella que dió para no caerse
al intentar amar de forma diferente
cuando los rituales del amor
eran una cosa cotidiana
y la aventura era el estado normal
buscó debajo de la almohada
algún beso, alguna caricia perdida
en el tiempo, que se hubiera quedado
congelada en algún rincón del dormitorio
tras la exhaustiva búsqueda
de los rastros de su piel
derretida con la pasión y el ardor
de dos cuerpos entregándose
desistió de seguir en la búsqueda
de pruebas, que le certificaran que
alguna vez en esa cama se vivió el amor
no había duda alguna
encontró su dorado
el corazón empezó a latir
y a recordar a esa mente perpleja
que el amor vivía aún, dentro de sí
en medio de la noche
a mirar la luna
a escuchar el viento
se levantó con media alma
muerta, asfixiada, compungida
triste, y se vistió
se puso el uniforme de trabajo
la lupa en una mano
la escobeta en la otra
y empezo a investigar
en medio de la cama
las ruinas del amor
que un día erigió
el más bello monumento
en la tierra
y escarbó entre las arrugas
de las sábanas inertes
para ver si habían rastros
de su olor, de su sudor
acerco su oído a la almohada
para ver si a lo lejos
en el profundo silencio de la noche
podría escuchar su voz
quería encontrar las señales
petrificadas, de lo que tuvieron
en esos días, rastros, huellas
gemidos, quejidos, muecas
y se dio a la tarea de descifrar
los jeroglíficos, plasmados en la piel
las manchas de la boca que dejó
su presión succionadora
del cuello amoratado de tanto amar
de la espalda rasguñada por el placer
de los mordiscos que se grabaron
en la ruina de su pecho
andó por las veredas del pasado
y encontró una sonrisa perdida
cuando se acordó de la pirueta
aquella que dió para no caerse
al intentar amar de forma diferente
cuando los rituales del amor
eran una cosa cotidiana
y la aventura era el estado normal
buscó debajo de la almohada
algún beso, alguna caricia perdida
en el tiempo, que se hubiera quedado
congelada en algún rincón del dormitorio
tras la exhaustiva búsqueda
de los rastros de su piel
derretida con la pasión y el ardor
de dos cuerpos entregándose
desistió de seguir en la búsqueda
de pruebas, que le certificaran que
alguna vez en esa cama se vivió el amor
no había duda alguna
encontró su dorado
el corazón empezó a latir
y a recordar a esa mente perpleja
que el amor vivía aún, dentro de sí
posted by Unknown at 9:11 p.m.
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